Indígena (2007)
“Indígena” es el segundo disco de Mar Robles, suponiendo la confirmación clara y distinta de su status predominante dentro de la escena chilena actual dentro del contexto progresivo con base de fusión. En comparación con su impresionante disco debut “MdR”, “Indígena” exhibe una prestancia más aguerrida, lo cual deja constancia de la capacidad que tiene el grupo por ahondar en su faceta más extrovertida y agresiva, conservando la frescura y el vigor de siempre. No hay modo de negar que MDR sabe operar como un ensamble bien afiatado a través de sus espléndidos vuelos instrumentales, viajes sónicos emanados de la libertad creativa bajo un esquema sólido y versátil que los cinco músicos construyen de manera robusta y coherente.
‘Chúcaro’ abre el disco de manera contundente, estableciendo una pauta central de corte psicodélico hard con tintes crimsonianos, algo así como una cruza entre sus coterráneos de Ergo Sum y Gordian Knot. El filo agresivo de la pieza se enriquece con matices sucesivos de fusión y funk-rock que emergen con las variantes que surgen en el desarrollo, siendo así que una serie de adornos complejos permiten el regreso al motivo central. Ocho minutos bien aprovechados en un despliegue de potencia musical inteligentemente suministrada, ocho minutos más que apropiados para captar la atención del oyente de forma decisiva. ‘X_2004’ permite al grupo conservar el fuego con una dosis menor de complejidad estructural aunque sin renunciar al manejo de variantes en los motivos y ambientes. ‘Perimontu’ sigue el mismo camino, con la salvedad de que el manejo de contrastes más marcados de ambiente permite al tema elaborar un sistema de tensión interna bastante interesante desde el punto de vista progresivo: el contrapeso de las líneas de flauta y los acordes de guitarra generan una magia sofisticada muy peculiar, realzada por los ornamentos de bajo y las percusiones añadidas. Si ‘Chúcaro’ fue la entrada perfecta, esta pieza se convierte en un afianzamiento del camino que aún queda por recorrer al repertorio restante. ‘Rancagua Nocturno’ tiene una vibración extremadamente ágil, no exenta de fuerza y espíritu vanguardista, tal como lo demuestran las secciones más nítidamente pesadas (y a la vez, tribales) que cortan con el colorido candoroso de los primeros minutos. El nervio y la solvencia utilizados para el manejo de elementos fusionescos casi se pueden palpar a través del aire – el elemento onírico que atraviesa a la última sección hasta su hipnótico fade-out es digno de una mención especial. Junto con ‘Chúcaro’, esta pieza es todo un emblema del actual sonido de MDR.
La banda no queda agotada tras el despliegue de energía vertido en los 26 minutos precedentes, tal como lo demuestra el delirante frenesí de ‘Aborigen’ (incluyendo un misterioso aunque breve pasaje telúrico, abrupto como la aleatoria irrupción de imágenes provenientes de un universo paralelo). ‘Sobreviviente’ se inicia con sonoridades raras de cuerdas (?será un Stick?), a modo de preludio a la hoguera musical que se enciende ante nuestros oídos. ‘Chileneos’ comienza jugando con una base rítmica en 6/8 más cadenciosa, lo cual hace que el tema adquiera un cierto carácter etéreo, pero las cosas no tardan mucho en asentarse sobre un compás veloz y urgente. En varios momentos, la influencia crimsoniana (una constante dentro del sonido de la banda) se resalta de una manera especial. El tema titulado al igual que la banda parece reflejar muy bien la alusión a lo genuino, pues también funciona perfectamente como símbolo determinante de la línea musical de la banda que traemos a colación aquí: psicodelia hard, jazz-fusión, funk-rock, ribetes crimsonianos. En fin, ‘Ubuntu’ cierra el disco con un apego más definido hacia compases telúricos, abriendo campo para que la sección rítmica adquiera una especial relevancia en varios momentos climáticos cruciales, amenazando con robar la escena a los contundentes efluvios guitarreros o a las mágicas florituras de saxo y flauta. Como pasa con muchas piezas de este repertorio, ‘Ubuntu’ concluye de porrazo, causando un efectivo dramatismo conclusivo.
En conclusión, solo queda reafirmar la noción de que “Indígena” es una labor musical forjada a punta de buen oficio y lucidez creativa: Mar de Robles es un nombre válido para designar la combinación de energía, categoría creativa y solidez performativa.
César Mendoza
Temas
Chúcaro X_2004 Perimontu Rancagua Nocturno Aborigen Sobreviviente Chileneos Mar de Robles Ubuntu Integrantes
Julio Tobar: saxo tenor, flauta traversa, canto Rodrigo Moris: guitarras Cristián Larrondo: bajo sin trastes, Chapman Stick Jesús Parada: batería, percusión Ignacio Larrondo: congas, djembé, percusión